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Directrices para un lenguaje inclusivo en el ámbito de la discapacidad: Anexo II
Términos que requieren aclaraciones adicionales desde un punto de vista lingüístico
Acceso significa tener la posibilidad o el derecho de hacer algo o entrar en un lugar. Por ejemplo, una persona que tenga una tarjeta de identificación de las Naciones Unidas tendrá acceso a las instalaciones de la Organización.
La accesibilidad se refiere a un diseño de productos, dispositivos, servicios o entornos que permite que todas las personas, con o sin discapacidad, puedan utilizarlos. Esto se aplica también a la información y las comunicaciones. La accesibilidad física, por ejemplo, implica crear un entorno sin barreras en que las personas con discapacidad puedan desplazarse libremente. Volviendo al ejemplo mencionado más arriba, esto significa que una persona puede tener acceso a las instalaciones de las Naciones Unidas, pero no gozará de accesibilidad si existen barreras físicas como escaleras o puertas pesadas. Análogamente, aunque las personas interesadas tengan acceso a documentos de las Naciones Unidas en papel o formato digital, es posible que los documentos no sean accesibles si no están disponibles en otros formatos como el braille o la lectura fácil.
A veces se garantiza el acceso, pero no la accesibilidad, por lo que estos términos no son equivalentes y deben utilizarse en el contexto adecuado.
Los animales de servicio (o de asistencia o apoyo) son animales adiestrados para realizar tareas para personas con discapacidad. Esto comprende, por ejemplo, a los animales que guían a personas con discapacidad visual, que ayudan a desplazar sillas de ruedas o que recogen objetos del suelo. Aunque a menudo los animales de servicio son perros, muchas veces es preferible utilizar el término “animal” con el fin de abarcar a otros tipos de animales que prestan servicios similares. Por ejemplo, a veces se utilizan monos capuchinos adiestrados para ayudar a personas con discapacidad física a realizar tareas cotidianas. Otros animales que pueden ser adiestrados o utilizados por su contribución positiva para las personas con discapacidad son, por ejemplo, los loros, los hurones o los caballos.
Los términos “ayuda”, “apoyo” y “asistencia” tienen distintas connotaciones, por lo que no deben utilizarse indistintamente.
El término “ayuda” debe usarse con precaución, porque puede remitir a la idea de que las personas con discapacidad son dependientes y están desvalidas. Los términos “apoyo” y “asistencia” son más adecuados y neutros, y pueden utilizarse en expresiones como “servicios de apoyo para las personas con discapacidad” o “prestar asistencia a los participantes con discapacidad”.
El braille no es un idioma ni un lenguaje. Es un sistema de puntos en relieve que pueden leerse con la yema de los dedos. Lo utilizan principalmente las personas ciegas o con baja visión para leer y escribir. No todas las personas ciegas conocen este sistema. A las que sí lo conocen se las denomina a veces “usuarios de braille”. Cualquier persona puede aprender a leer y escribir en braille, por lo que nunca debemos suponer que un usuario de braille es necesariamente ciego.
En español, el término “braille” se escribe con minúscula y en redonda cuando alude al sistema de lectoescritura. Lleva inicial en mayúscula cuando es un apellido, como en el caso de Louis Braille, inventor del sistema.
El proceso de convertir texto impreso a braille se llama “transcripción” (no “traducción”). El proceso de reproducir el texto en papel se denomina impresión, como en el caso de los documentos que usan otros alfabetos.
Las personas que se enorgullecen de pertenecer a la “Comunidad Sorda” suelen emplear el adjetivo “Sordo/Sorda” con inicial en mayúscula. Sienten que forman parte de una minoría cultural y lingüística única que utiliza la lengua de señas como idioma principal y comparte valores similares. Sin embargo, en las Naciones Unidas los términos “sordo/sorda” y “comunidad sorda” se escriben con minúscula.
Las personas con discapacidad tienen el derecho de compartir o no la información relativa a su discapacidad. En el lugar de trabajo, no deberíamos hablar de “revelar” o “declarar” una discapacidad porque parece que se esté revelando un secreto.
También conviene evitar la expresión “identificarse/designarse como persona con discapacidad”, ya que plantea cuestiones en torno al concepto de identidad y pertenencia. Una persona puede tener una deficiencia y no por ello autoidentificarse como persona con discapacidad. Frases como “tener la opción de comunicar su condición de persona con discapacidad” o “compartir información sobre su deficiencia” son apropiadas para hablar de la libertad de la persona de dar a conocer a su empleador y sus colegas de trabajo su situación personal y hablar de aquello que pueda requerir para el desempeño de sus funciones.
La deficiencia se refiere a “toda pérdida o anormalidad de una estructura o función psicológica, fisiológica o anatómica” (Organización Mundial de la Salud), mientras que una discapacidad “resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás” (Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, preámbulo, párrafo e)).
Dado que estos términos tienen distinto significado, no son sinónimos.
El término “discapacidad visual” o “deficiencia visual” abarca una amplia gama de situaciones en que hay pérdida o alteración de la visión. La ceguera es solo una de ellas. Por consiguiente, estos términos no son sinónimos.
En el ámbito de la discapacidad no es lo mismo decir “múltiples formas de discriminación” (por ejemplo, discriminación racial y discriminación de género) que “formas múltiples de discriminación” (por ejemplo, la discriminación interseccional). Una “forma múltiple” es aquella en la que se combinan varios motivos de discriminación que interactúan de manera simultánea. El orden de los términos modifica, pues, el significado.
Los conceptos de “integración” e “inclusión” son muy diferentes. La integración es el proceso por el que una persona se adapta a la sociedad, mientras que inclusión se refiere al proceso de cambiar la sociedad para que incluya a todas las personas, independientemente de que presenten una deficiencia o no. Cuando hablamos de las personas con discapacidad, “inclusión” tiene una connotación positiva, mientras que “integración” tiene una connotación negativa. Por lo tanto, los términos no son intercambiables.
La lectura fácil es un formato accesible destinado principalmente a las personas con discapacidad intelectual o con dificultades de comprensión lectora.
El proceso de preparación de una versión en lectura fácil a partir de otro documento se denomina “adaptación”, y no traducción. Sin embargo, al igual que cualquier otro documento, un documento en lectura fácil puede traducirse a otros idiomas, y en ese caso sí hablaremos de “traducción”.
En las Naciones Unidas, cuando nos refiramos a ese formato concreto, utilizaremos el término “lectura fácil” (en minúsculas), sin recurrir a otras variantes como “fácil lectura” o “fácil de leer”, que no designan ese formato específicamente.
En el mundo hay muchas lenguas de señas distintas. Existe una lengua de señas mexicana, una lengua de señas lituana, etc. Algunos países, como el Canadá, tienen más de una. En algunos países hispanohablantes se utiliza el término “lengua de signos”. Los términos “lenguaje de signos” o “lengua de sordos” son incorrectos e inapropiados. En las Naciones Unidas utilizaremos la terminología de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y diremos “lengua de señas”.
Por otro lado, no existe una “lengua de señas internacional”, sino un sistema denominado “señas internacionales”. Las señas internacionales son un conjunto consensuado de señas que se emplea cuando usuarios de esta lengua de todo el mundo se reúnen para algún evento o actividad. Así pues, podremos decir, por ejemplo, que las Naciones Unidas proporcionan interpretación en señas internacionales, sin referirnos a ello como una “lengua”.
El lenguaje sencillo, según la terminología de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, se refiere a un tipo de texto que el público entiende la primera vez que lo lee o escucha. Este tipo de redacción evita el lenguaje complejo y la jerga técnica, y aplica otros principios como el uso de oraciones cortas o la voz activa en lugar de la pasiva. En otros lugares del mundo se lo conoce como “lenguaje claro” o “lenguaje ciudadano”, entre otras denominaciones. Sin embargo, en las Naciones Unidas seguiremos la terminología de la Convención y lo llamaremos “lenguaje sencillo”.
Algunos expertos y entidades de las Naciones Unidas han mostrado una preferencia por los términos “requerir” y “requerimientos” frente a “necesitar” y “necesidades”, en línea con el enfoque de la discapacidad basado en los derechos humanos, que reconoce que las personas con discapacidad son titulares de derechos. Existe la percepción de que el término “necesidades” perpetúa el estereotipo de que las personas con discapacidad están desamparadas o representan una carga, sobre todo cuando se menciona, por ejemplo, que “necesitan cuidados” o “ayuda”. Un ejemplo para ilustrar este enfoque es que las escuelas deben facilitar material en braille a los estudiantes con discapacidad visual no porque lo “necesiten”, sino porque tienen derecho a la educación en igualdad de condiciones con los demás alumnos.
Debe distinguirse entre organizaciones “de” personas con discapacidad y organizaciones “para” las personas con discapacidad.
Las organizaciones de personas con discapacidad están dirigidas y controladas por personas con discapacidad, y representan los derechos e intereses legítimos de sus miembros.
En cambio, las organizaciones para las personas con discapacidad llevan a cabo una labor de defensa de los derechos de las personas con discapacidad en nombre de estas, o les prestan servicios, pero no están dirigidas ni controladas por personas con discapacidad.
En cuanto a la expresión “organizaciones que representan a (las) personas con discapacidad”, en español no diremos “organizaciones representativas de”.
La abreviación “pcd” no debe utilizarse en los documentos oficiales de las Naciones Unidas para referirse a las personas con discapacidad.
En español existen dos tipos de subtitulado: el subtitulado literal y el subtitulado para personas sordas.
El subtitulado literal consiste en reproducir fielmente el diálogo del vídeo, programa o película, y se utiliza a menudo para facilitar el acceso al contenido en otros idiomas. Aunque está destinado a todos los públicos, parte del principio de que los usuarios oyen.
En cambio, el subtitulado para personas sordas incluye información sonora contextual y suele seguir unas pautas diferentes, por ejemplo en relación con la forma de identificar a los oradores, el número máximo de caracteres, el tamaño y contraste de fuente o el tiempo de permanencia del subtitulo en la pantalla. La literalidad no es el principal criterio y se suele prescindir de la parte del discurso que es repetitiva o superflua con el fin de facilitar la lectura y comprensión.
Los subtítulos pueden ser abiertos o cerrados. Son cerrados cuando el usuario puede activarlos o desactivarlos. Y son abiertos cuando están siempre a la vista y no se pueden desactivar. El subtitulado en directo (o en tiempo real) se proporciona de forma remota o presencial en las reuniones y eventos accesibles.
Los términos “subtitulado” y “subtitulación” son sinónimos e igualmente aceptables.
Todos estos matices deben tenerse en cuenta al utilizar esta terminología.
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