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Marisol Luna, la violinista venezolana que fomenta la integración a través de la música
Marisol Luna, una violinista de 49 años originaria de Caracas, Venezuela, está decidida a mantener viva la música de su tierra. Encontró un propósito en República Dominicana a través de su inquebrantable pasión por la música, después de haber tenido que dejar Venezuela en 2015 debido a la situación económica.
“Creo que la música puede obrar milagros de muchas formas. En el ámbito social, un músico entiende que su instrumento es una extensión de su cuerpo y que la música es el idioma universal. La música transmite emociones, felicidad, calma, esperanza, y revive recuerdos, lo cual es hermoso”, explicó.
Formación en El Sistema
La carrera musical de Marisol comenzó a los 12 años cuando se unió al Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, conocido como “El Sistema”. Este programa, famoso por su excelencia en la educación musical, ha brindado formación gratuita a más de un millón de niños venezolanos, a través de una red de orquestas juveniles que crea músicos profesionales de clase mundial, muchos de los cuales ahora viven en el extranjero.
Posteriormente, la violinista se convirtió en una de los 7,7 millones de migrantes y refugiados que buscan un futuro mejor fuera de Venezuela. Hoy, no sabe si alguna vez podrá regresar al lugar que la formó como artista.
La música es un salvavidas
Marisol ha encontrado en su nuevo hogar una plataforma para seguir tocando, usando la música como un poderoso medio para unir a músicos venezolanos y dominicanos. Para ella, la música es mucho más que notas en un papel: es un salvavidas, un puente que la conecta con las comunidades. “La música significa todo para mí,” explica. “Fue un puente que salvó mi vida. Ha abierto puertas para mi futuro y me ha dado una voz que me permite usar mi instrumento para promover la integración.”
Ahora se ha unido a otros 40 músicos de El Sistema provenientes de su ciudad natal, Cantaura, para continuar su carrera musical en República Dominicana. Su esposo es director de orquesta, y su hijo toca el contrabajo, formando una familia musical firmemente comprometida con su oficio. Ella enseña música a niños pequeños y, gracias a su regularización, se presenta junto a la Orquesta Sinfónica Nacional junto a músicos dominicanos.
La historia de Marisol es un testimonio del poder transformador de la música para fomentar la integración y el cambio social a través de fronteras, idiomas y culturas. Su labor como música y educadora encarna la filosofía de inclusión e integración de El Sistema.