Pasar al contenido principal

Batucada, anticonceptivos y educación contra la violencia en Guayaquil

Mientras la ciudad más poblada de Ecuador experimenta el aumento de violencia y homicidios más abrupto de toda su historia debido al narcotráfico, con el 73% de la cocaína producida a nivel mundial transitando por el país, Inés Santos usa la única arma que tiene para proteger a los adolescentes del sector Isla Trinitaria: la educación. 

Nia Kali es una organización sin ánimo de lucro en Guayaquil, la ciudad más poblada de Ecuador. A ella acuden niñas, niños y adolescentes para realizar actividades que van desde las manualidades y las tareas dirigidas, a la danza y los talleres sobre violencia de género. También brinda un espacio seguro a las mujeres, adultos mayores y personas con discapacidad de la comunidad.

Conocida como Trinipuerto, esta comunidad es parte del sector Isla Trinitaria, uno de los más vulnerables, y a veces violento, de la ciudad. Como su nombre deja entrever, a pocos kilómetros se encuentra el puerto de Guayaquil, uno de los principales de América del Sur. Este gigante marítimo contribuye a satisfacer no solo la demanda de frutas, pescado y marisco del resto del mundo, sino también, la de cocaína. 

Según datos de la Oficina de la ONU para la Droga y el Delito (UNODC), el 73% de la cocaína producida a nivel mundial transita por Ecuador. El aumento del tráfico de esa droga en el país ha provocado una ola de violencia letal, vinculada a grupos delictivos locales y transnacionales, provocando que las tasas de homicidio se multiplicaran por cinco entre 2019 y 2022.

En ese entorno complejo, la fundadora de la organización tiene claro cuál es su papel: “Soy presidenta de Nia Kali, lideresa afroecuatoriana y parte de la iniciativa Mujeres constructoras de paz”.

Su determinación y su compromiso con la comunidad emanan de una experiencia personal. “Diez años atrás, sufrí una situación de violencia familiar con mi hija; aquí, en mi casa. Al no tener recursos, ni conocimientos, ni contactos, la situación quedó en la impunidad”, dice a Noticias ONU. “Vendí todo lo que tenía, pero no logré hacer justicia. Eso me motivó a hacer lo posible para que no le pase a otras personas o a otras niñas de la comunidad”.

Santos explica que comenzó a capacitarse como lideresa comunitaria y a realizar talleres en su casa. Su hija, quien presentaba secuelas psicológicas y que había tenido que pasar muchas horas sola en casa mientras su madre batallaba entre la fiscalía y el hospital, respondió positivamente a los talleres y comenzó a participar en ellos. “Estas actividades se convirtieron en una lucha personal de las dos”.

“Hoy en día mi hija es una líder juvenil”, señala con orgullo. “Trabaja con un grupo de adolescentes a las que imparte talleres. Ella se ha formado como orientadora de educación integral de la sexualidad”.

Redes de apoyo

Santos destaca que las actividades que llevan a cabo traspasan las paredes de su fundación. Las adolescentes comunican lo aprendido en sus centros educativos, y muchas veces llega a oídos de otras chicas que están viviendo una situación de inseguridad o violencia.

Además, entre compañeras surge una primera red de apoyo con la que piden ayuda a otras entidades, como la fundación. Al ver el impacto que generaba, fue poniéndole más empeño.

“Por eso decidí aportar mi casa. Yo antes vivía aquí, en la parte de abajo, pero con las primeras actividades comenzaron a llegar más niñas y niños. Decidí dejar toda la parte de abajo para la fundación y nosotras nos fuimos a vivir arriba”.

Otro de los retos a los que se enfrenta es la deserción escolar, la cual pone a los jóvenes en riesgo de ser reclutados por las bandas que operan en el sector o de quedar atrapados en la extrema pobreza.

La violencia en el entorno familiar también incide en el abandono de los estudios. “Nosotros tratamos de generar un vínculo con ellos y una conexión con el entorno familiar. También les enseñamos a que detecten casos de violencia, de acoso, de abuso o de situaciones de inseguridad en sus aulas y en su entorno familiar”.

Panorámica de Guayaquil, Ecuador.
Noticias ONU/Andrea Ocampo
Panorámica de Guayaquil, Ecuador.

Consentimiento y anticonceptivos al ritmo de la batucada

Santos recalca que es precisamente en el entorno familiar donde se generan muchas situaciones inseguras, por lo que es crucial que las chicas aprendan a identificarlas, así como el acoso.

También las han ayudado con los métodos anticonceptivos y las han enseñado a prevenir embarazos e infecciones de transmisión sexual, y a informar a sus amigas y compañeras.

“A esas actividades les hemos añadido las batucadas, que son con toques de tambor. Damos los talleres, las charlas y al final terminamos con los toques de tambores. Esa actividad musical ha sido una puerta para poder llegar a más adolescentes aquí en el sector, ya que llama la atención entre las jóvenes”, señala Santos.

Insignia de las poblaciones afrodescendientes, el tambor ha conseguido llegar a chicos que están “en una situación más de calle” para que busquen mejores condiciones de vida. “Ha sido más duro intentar instruir a adolescentes más mayores, pero no imposible, ya que les hemos brindado este espacio de amor y de seguridad”.

Con todos los jóvenes, llevan a cabo talleres sobre violencia de género, donde les hablan sobre el consentimiento. “Así estamos generando las nuevas masculinidades, donde ellos puedan respetar y también expresar lo que piensan y lo que sienten. Y que, si ellos tienen alguna situación, así mismo, de violencia, puedan encontrar esa confianza para venir a pedir ayuda”.

Inés Santos, presidenta de la fundación Nia Kali, durante un taller en Guayaquil, Ecuador.
ONU Mujeres/UNODC
Inés Santos, presidenta de la fundación Nia Kali, durante un taller en Guayaquil, Ecuador.

Apoyo de las Naciones Unidas

Entre las capacitaciones que recibió Santos, se encuentra una formación de ONU Mujeres para crear la Red de mujeres constructoras de paz, y Mujeres que restauran, una estrategia de UNODC sobre prevención de la violencia financiada por el Fondo de Consolidación de la Paz del Secretario General de las Naciones Unidas.

“En los talleres de Mujeres que restauran, nos dieron las herramientas y las técnicas para poder intervenir en un conflicto. A veces, el no saber hacer una pregunta, en vez de ayudar lo que hace es complicar la situación”.

Por otro lado, aprendieron a crear espacios seguros para que las mujeres se apoyen unas a otras. “Antes no teníamos quien nos escuchara, sino quien nos juzgara. Estamos enseñando a las mujeres a reconocer patrones generacionales, a que los suelten y reciban el apoyo de las demás. Ahora las mujeres estamos más unidas, más conectadas”.

Propósito intenso

De cara al futuro, Santos espera que las chicas y los chicos que están preparando hoy en día sean los líderes comunitarios que tomen el testigo mañana. 

Por el momento, financia la organización mediante la elaboración y venta de turbantes, bufandas y collares, que considera “típicas de nosotras las mujeres afro”. Además, lleva refrigerios a los talleres y los vende tras la sesión.

Una labor con propósito e intensa, que ilustra el mismo nombre de la fundación. “Nia significa por un propósito y Kali quiere decir intenso. ¡Tenemos un propósito intenso de servir aquí en nuestra comunidad!”

Santos rememora que eligieron el nombre porque su hija se escribía con amigos en África que hablaban suajili. “Ellos nos dieron un listado de varios nombres y de ahí hicimos una asamblea con todos los chicos (…) Somos así, intensos. Cuando decimos vamos a hacer una actividad, nosotros damos, tenemos brigadas médicas, hacemos cursos de gastronomía, ayudamos a personas en situación de movilidad y las ayudamos a que puedan tener sus documentos, que puedan entrar a estudiar las niñas; eso es lo que nosotros queremos”.

La elección del logo también fue meditada y eligió una hormiga porque se veía reflejada en ella.  “Siempre se les ve como unos animalitos débiles, pero si las miramos de cerca, son muy organizadas; todas trabajan en equipo y cuando una hoja es demasiado grande para ellas, se unen y se la llevan”.

Inés Santos frente a la Fundación Nia Kali, que es también su casa, en Isla Trinitaria, Guayaquil.
Noticias ONU/Andrea Ocampo
Inés Santos frente a la Fundación Nia Kali, que es también su casa, en Isla Trinitaria, Guayaquil.

Unión contra la violencia

Precisamente, ÚNETE es el lema de una campaña de las Naciones Unidas para prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas que se promueve cada año entre el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y el 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos.

Al comenzar los 16 días de activismo este año, ONU Mujeres y UNODC advirtieron en un informe que un total de 85.000 mujeres y niñas fueron asesinadas intencionadamente en 2023. El 60% de estos homicidios, 51.000, fueron cometidos por parejas íntimas u otros miembros de la familia.

América es una de las zonas que registró las tasas más elevadas de feminicidios relacionados con la pareja y la familia, solamente superada por África.