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El doble filo de la IA para las personas con discapacidad

Un trabajador de Naciones Unidas Argentina cuenta a Noticias ONU cómo tuvo que adaptarse a una nueva vida después de que le diagnosticaran una enfermedad que puede llevar a la ceguera. Matías Ferreira describe los retos que tiene que superar por cómo es percibido por otros y habla sobre las ventajas y los riesgos de depender de la IA.

Matías Ferreira tiene 37 años y comenzó a sufrir pérdida de visión a los 20, mientras estaba gestionando el ingreso a la universidad. Este padecimiento, generado a partir de una neuropatía óptica hereditaria que puede inclusive causar ceguera, le obstaculizó el camino académico y laboral. Su vista ya no le permitía leer textos, y le imposibilitaba continuar con su trabajo.

“A raíz de la pérdida de visión tuve que cambiar, readaptar mi vida. En la universidad, me enfrentaba a muchas barreras, y decidí continuar la carrera en otra institución donde ya se trabajaba con materiales de lectura en formatos accesibles. De esa manera, logré recibirme de Licenciado en Estudios Políticos. En mi trabajo, tuve que cambiar de rol dentro de la misma empresa y, con el tiempo, hubo reducción de personal y me quedé sin trabajo. Si bien no fue por mi discapacidad, quizás si hubiese podido continuar desempeñando mi labor anterior eso no hubiese ocurrido”, dijo a Noticias ONU en una entrevista que coincide con el Día Internacional de las Personas con Discapacidad.

Acceso a través de aplicaciones y de la inteligencia artificial

Cuando Matías menciona accesibilidad a los materiales de lectura, se refiere a diversas herramientas que, con el avance de la inteligencia artificial (IA), son cada vez más avanzadas y facilitan que cualquier texto esté disponible para personas con discapacidades visuales o ciegas.

Un ejemplo son los lectores de pantalla, que transforman textos escritos en audios, y que además describen y narran fotos y gráficos. Para el manejo de estas aplicaciones es necesario aprender ciertas combinaciones de teclas y memorizarlas.

“La inteligencia artificial es importante; es útil para mejorar la accesibilidad. Pero hay un riesgo, y es que la inteligencia humana deje de prestarle atención a las personas con discapacidad y que el único método de sensibilización de las cosas sea a través de la inteligencia artificial. Es un gran riesgo”.

Matías considera que “la IA tiene que ser una herramienta más que nos ayude, por ejemplo, a describir una imagen, un texto, etc. Pero no puede ser el único método, porque el día que no hay internet, no hay luz, o nos quedamos sin batería, estamos desamparados del apoyo, incluso las propias personas con las que vivimos no van a saber cómo convivir con nosotros sí solamente nos apoyamos en la IA. Es una herramienta muy importante, pero creo que la inteligencia artificial no tiene que ir en contra de inteligencia humana”.

Conseguir empleo, la odisea de las personas con discapacidad

Entre todas las dificultades que diariamente enfrentan las personas con discapacidad, Matías destacó especialmente la inserción laboral.

“En el ámbito del trabajo, se presenta la situación más compleja. Hay un mito de que las personas con discapacidad no somos tan productivos como las personas sin discapacidad. Hay mucho desconocimiento todavía, por parte de los empleadores, sobre cuáles son los niveles de conocimiento profesional que podamos alcanzar, y sobre la variedad de herramientas que facilitan nuestro desempeño.

El umbral de conocimiento que debemos tener para acceder a un empleo es mucho más alto que el de las personas sin discapacidad. Me he presentado a entrevistas laborales, y al reclutador le interesa más cuándo me podría quedar ciego, que mis capacidades para ejecutar el puesto. Se pierde el foco, no se priorizan tus conocimientos, tus habilidades, tu eficiencia o si tu perfil se adapta a lo que buscan”.

Por todas estas barreras y prejuicios, previamente a ser diagnosticado con la patología visual, Matías ya destinaba parte de su tiempo al activismo por los derechos de las personas con discapacidad y, cuando empezó a padecer personalmente las barreras que le impiden transitar su vida con normalidad, esa lucha se volvió aún más comprometida y vehemente.

“Creo que empecé a empatizar porque es una causa que todavía está muy invisibilizada y que había que dedicarle tiempo, ya que al final de cuentas no era solamente por mí, sino que también era por mis conocidos, por mis amigos, compañeros de estudio, compañeros de trabajo, por la persona que fuese o incluso por los que vendrán. Participé como voluntario en varias organizaciones de la sociedad civil como la Federación Argentina de Instituciones de Personas con Discapacidad Visual, la Unión Latinoamericana de Ciegos y algunos movimientos juveniles y sindicales”.

Desde hace dos meses, Matias Ferreira, quien tiene discapacidad visual, se encarga de implementar la estrategia de Inclusión de Discapacidad en ONU Argentina.
ONU Argentina
Desde hace dos meses, Matias Ferreira, quien tiene discapacidad visual, se encarga de implementar la estrategia de Inclusión de Discapacidad en ONU Argentina.

Hay avances en la sociedad, pero son lentos

Matías considera que han tenido lugar avances en el trato y en la empatía que la sociedad manifiesta con respecto a las personas con discapacidad, aunque no a la velocidad que se necesita.

“En 2006, Naciones Unidas aprobó la Convención de los Derechos de Personas con Discapacidad, y en 2008, Argentina lo ratificó. De todas maneras, el país siempre tuvo legislación bastante buena, de vanguardia, para lo que es la región.

A partir de la Convención, se comenzaron a visibilizar un poco más los derechos a nivel mundial. Creo, igualmente, que fue muy lento, porque el padecimiento tiene que ver no tanto con la diversidad funcional, con si ves o no ves, si escuchas o no escuchas, sino con las barreras. Una vez que uno asume su condición, lo que más molesta son las barreras que impiden facilidades para cubrir necesidades, y que son indispensables, como un audio que indique las paradas del transporte, caminos adecuados en las veredas, accesibilidad para páginas web, aplicaciones bancarias, redes sociales. Eso es lo que más se sufre: la falta de accesos, de igualdad de condiciones.

Creo que la ONU puede trabajar muy fuertemente en la inclusión de las personas con discapacidad a través de la Estrategia para la Inclusión de personas con discapacidad, y en la difusión y el cumplimiento de la Convención de los derechos de las personas con discapacidad, en particular con lo que tiene que ver con la accesibilidad, la inclusión laboral, etc. Las personas con discapacidad podemos aportar a la ONU una mirada inclusiva, orientada al derribamiento de las barreras actitudinales, pero también las laborales y además trabajar por la diversidad dentro de las Naciones Unidas”, aseguró Matías.

Unos meses atrás, Matías, quien estaba sin trabajo, recibió la noticia de que la Oficina de la Coordinadora Residente de la ONU en Argentina había abierto una convocatoria para cubrir un puesto de trabajo de Especialista en Inclusión de Discapacidad, una oportunidad reservada para personas con discapacidad. La postulación se realizó a través del Programa de Voluntarios de las Naciones Unidas, ya que se trata de un voluntariado rentado por un año, a tiempo completo.

Luego de un arduo proceso de selección, Matías fue seleccionado para el cargo. Desde octubre, trabaja contribuyendo con su conocimiento a fin de lograr implementar la Estrategia de las Naciones Unidas para la Inclusión de la Discapacidad en el Sistema de la ONU en Argentina, integrado por más de 20 agencias, fondos y programas que desarrollan proyectos en el país.

Matías Ferreira trabaja como especialista en Inclusión de Discapacidad en ONU Argentina
ONU Argentina
Matías Ferreira trabaja como especialista en Inclusión de Discapacidad en ONU Argentina

Cuando las barreras de accesibilidad dejan sueños pendientes

En el afán de hacer que el mundo sea accesible, el turismo también tiene sus deudas con las personas con discapacidad, que a veces no tienen permitido realizar algunas excursiones por falta de conocimientos, recursos o capacidades de resolución de quienes las gestionan.

Matías manifestó tener pendientes dos experiencias que no pudo llevar a cabo durante sus viajes: una de ellas es navegar en un bote semirrígido que recorre varios de los saltos de las Cataratas del Iguazú, no habilitada para personas con discapacidad, al igual que una caminata sobre los glaciares en la Patagonia. Ya tuvo el no en el pasado, pero confía que en algún momento las regulaciones podrán ser accesibles sin dejar de ser responsables y seguras. De hecho, él mismo ha pensado distintas sugerencias para que el sistema de señalización entre guía y pasajeros sea el adecuado.

Su tercera actividad aún relegada es más sencilla de concretar: volver a jugar al fútbol, y para regresar a la cancha ya consiguió el elemento fundamental, la pelota con cascabeles internos, preparada para personas con patologías visuales.

“Había dos deportes que practicaba cuando veía bien todavía, el fútbol y el karting. El segundo aún es un poco difícil, pero para el primero pronto inflaré la pelota y volveré a compartir ese momento con mis amigos”.