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“Siento que he florecido”, el testimonio de una venezolana en Perú

Gracias a un programa de regularización temporal, la estilista Karelys pudo asociarse con una podóloga local y juntas han creado un negocio próspero para ellas y para el país. La regularización temporal brindan una luz de esperanza, empodera a los migrantes y refugiados, para que puedan reconstruir sus vidas y hacer contribuciones en sus nuevas comunidades.   

“Siento que verdaderamente he florecido. Cuando llegué a este país los desafíos eran abrumadores pero ahora los beneficios son inestimables”, dice Karelys, ciudadana venezolana que ahora vive en Perú, al momento de reflexionar sobre los 14 años que ha pasado trabajando en la industria de la belleza. “Ahora puedo brindarle estabilidad a mi familia y tengo un negocio que me hace sentir orgullosa”. 

La vida de Karelys dio un giro muy significativo cuando en 2019 cruzó la frontera de Ecuador a Perú. Dejando atrás su carrera de estilista consumada en su país de origen, Venezuela, se aventuró rumbo a lo desconocido para tener nuevas oportunidades y desafíos. 

Karelys pintando uñas.
OIM/Gema Cortés

Karelys se asoció para trabajar con Yerly, una podóloga de Perú. Lo que le dio fortaleza fue la solidaridad. Hablando en voz alta por el bullicio que hay en su salón de belleza en un suburbio de la capital peruana, Yerly con mucho orgullo nos habla de la cooperación. “Nos brindamos mutuo apoyo y estamos determinadas a devolver todo lo que Perú nos ha brindado”.   

Uniendo fuerzas no solamente estamos generando un ingreso, sino que también prosperamos, habiendo creado un negocio rentable que ofrece una amplia gama de tratamientos de belleza, como por ejemplo todo lo relacionado al cuidado del cabello, de las uñas y podología.  

En Lima, Karelys vio una luz de esperanza en el programa de regularización temporal para venezolanos de Perú. Ella recibió una visa a corto plazo que le permitió regresar con sus seres queridos y seguir persiguiendo sus sueños. 

Sin embargo, por detrás de historias exitosas como las de Karelys y Yerly hay otras que no lo son tanto, vividas por otras personas y surcadas por la incertidumbre.

En Perú residen aproximadamente 1,5 millones de venezolanos, la mitad de los cuales no tienen estatus regular. Esto restringe su capacidad para forjar un futuro estable. Muchos ven a Perú como un país de tránsito en su camino rumbo a Chile y Argentina, y esto complica más su proceso de integración. 

Venezolanos hacen cola en la oficina de migración de Lima, Perú.
OIM/Gema Cortés
Venezolanos hacen cola en la oficina de migración de Lima, Perú.

La regularización transforma las vidas de las personas

Perú ha facilitado el proceso de regularización migratoria de los venezolanos, brindándoles acceso a derechos y a servicios sociales. En 2023, el Gobierno de Perú introdujo un Permiso de Estadía Temporal para venezolanos con estatus migratorio irregular, garantizándoles el derecho a trabajar. Más de 120.000 venezolanos se beneficiaron con el mencionado programa, y miles más están en el proceso de obtener el permiso, lo cual facilita el tan necesario acceso a cuidados de la salud, educación, a abrir una cuenta bancaria y acceder a otros servicios públicos.  

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) está apoyando activamente al Gobierno de Perú en estas tareas, compartiendo su pericia, sus recursos y con una gran presencia para mejorar el proceso y garantizar la inclusión de todos los migrantes. 

“Los flujos migratorios pueden beneficiar a los migrantes y a las comunidades que los acogen por igual”, sostiene Jorge Baca, jefe de Misión de la OIM Perú. “Las políticas públicas que promueven la regularización y la integración social facilitan el acceso a servicios y al ejercicio de los derechos humanos, contribuyendo con la seguridad y con los Objetivos 2030 de Desarrollo Sostenible, aumentando el potencial total del impacto de la migración”. 

Los países de América Latina y del Caribe reconocen el potencial de los migrantes de Venezuela. Argentina, Brasil, Colombia, República Dominicana, Paraguay, Perú, Uruguay y otros países están trabajando para integrarlos cabalmente, brindándoles protección y oportunidades para el desarrollo.

Están acelerando los procesos relacionados con la documentación y buscando soluciones para regularizar y proteger a la población venezolana, usando varias herramientas en el marco de su legislación nacional y participando en foros regionales, como el Proceso de Quito, a fin de facilitar una respuesta que involucre a una variedad de países. 

Carlos, de 24 años, es vendedor ambulante en Lima, que tuvo que elegir entre comer o estudiar.
OIM/Gema Cortés
Carlos, de 24 años, es vendedor ambulante en Lima, que tuvo que elegir entre comer o estudiar.

Estudiar o comer

En las ajetreadas calles de Lima, los migrantes y refugiados de Venezuela se destacan entre la marea de vendedores, vendiendo comidas especiales como pastelitos y arepas, símbolos de la rica herencia culinaria de su país. 

Entre ellos se encuentra Carlos, de 24 años y originario de Barquisimeto, Venezuela, quien viajó de a pie y pidió aventón en su travesía rumbo a Lima, viaje que le tomó 20 días. Forzado a abandonar sus estudios de filosofía por la situación económica cada vez peor en su lugar de origen, Carlos se encontró en una encrucijada. “El dilema era estudiar o comer, y elegí comer”, explica. Actualmente vende emparedados y helados en un carro en la calle. 

Con más de 7,7 millones de venezolanos que han dejado su país de origen en años recientes, y más de 6,5 millones residiendo en América Latina y el Caribe, los programas de regularización temporal brindan una luz de esperanza. Estas iniciativas empoderan a los migrantes y refugiados como Carlos, para que puedan reconstruir sus vidas y hacer contribuciones en sus nuevas comunidades.  

Estamos listos para devolver todo lo que hemos recibido”, dice Carlos mientras las lágrimas corren por sus mejillas. “Perú nos ha brindado una oportunidad, y estamos decididos a aprovecharla al máximo posible”.