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Los equipos sanitarios móviles de la ONU atienden a las mujeres embarazadas en medio del conflicto en Sudán
Bajo los bombardeos y los disparos, Esraa acunaba a su hijo recién nacido. Cuando estalló la guerra en Sudán en abril de 2023, intentó llegar a una clínica de salud para que trataran a su bebé, que había estado luchando contra infecciones y dificultades respiratorias. Pero como las carreteras estaban bloqueadas por los combates, la joven madre nunca llegó a la clínica; su hijo murió en sus brazos.
Cuando volvió a quedarse embarazada en agosto del año pasado, la perseguía el miedo de perder otro hijo. “En Jartum sólo queda un hospital materno en funcionamiento”, dice Esraa. “Es demasiado peligroso moverse por la ciudad; una de nuestras vecinas murió de camino al hospital”.
A lo largo de la guerra, Esraa y su familia se han visto obligados a mudarse repetidamente, ya que las zonas que un día eran seguras se convierten en letales al siguiente. Finalmente encontraron refugio en un albergue abarrotado junto con otras personas desplazadas de Jartum.
Pueblos fantasmas en la ciudad más grande
Jartum, que en su día fue la ciudad más grande de Sudán, ahora tiene vastas áreas que parecen pueblos fantasmas. En los albergues establecidos para personas forzadas a abandonar sus hogares, las condiciones son terribles: el hacinamiento es rampante y no hay productos de higiene básicos. La comida también es cada vez más escasa, lo que deja a muchas personas luchando contra el hambre mientras Sudán enfrenta los peores niveles de inseguridad alimentaria aguda jamás registrados en el país.
A medida que la crisis se profundiza y se propagan enfermedades como la polio y el cólera, el acceso a la atención médica se ha convertido en uno de los desafíos más críticos para la población de Jartum. La mayoría de las instalaciones médicas se han visto obligadas a dejar de funcionar debido a la destrucción y la grave falta de suministros.
De una tumba a otra
“Estaba embarazada de cinco meses cuando llegué al albergue”, relata Esraa. “Para mí, fue como pasar de una tumba a otra. Esperábamos constantemente que sucediera algo malo. La esperanza no tenía cabida en nuestros corazones”.
En medio de estas terribles condiciones, un equipo de salud móvil apoyado por el Fondo de Población de la ONU (UNFPA) llegó al refugio para brindar servicios de salud reproductiva y protección a las mujeres y niñas que viven allí. “Los equipos móviles de salud desempeñan un papel crucial en la prevención de muertes maternas, ofreciendo una amplia gama de servicios médicos en las zonas de Sudán afectadas por la guerra”, explica Mohamed Hasan Nahat, coordinador del equipo.
Esraa recibió atención prenatal y micronutrientes del equipo, que realizó visitas periódicas para cuidarla a ella y a las otras mujeres y niñas del refugio. “No sólo me ayudaron con la atención médica, sino que también me dieron una sensación de seguridad y esperanza que no había sentido en meses”, recuerda.
Cuatro meses después, Esraa dio a luz a un niño sano, asistida por el equipo móvil. “Di a luz en el refugio. Cuidaron de mí y del bebé; incluso lo llamé Mohamed en honor al médico que me ayudó”.
Salud sexual y protección ante la violencia de género
El UNFPA ha desplegado 56 equipos sanitarios móviles en once estados de Sudán, que prestan servicios de salud sexual y reproductiva, y protección y respuesta ante la violencia de género. Desde que comenzó la guerra, los equipos (que incluyen médicos, farmacéuticos, técnicos de laboratorio, psicólogos y parteras) han realizado más de 150.000 consultas médicas.
Aunque estaban salvando vidas y proporcionando la única asistencia médica que muchas mujeres habían recibido, los trabajadores humanitarios como la trabajadora social Nisreen Kamal Abdulla sentían que querían hacer más por estas comunidades.
“El tiempo disponible en la clínica no era suficiente para tratarlas a todas; deberíamos visitar cada comunidad con más frecuencia para llegar a más personas y proporcionar una atención constante”, explicó Abdulla al UNFPA. “La mayoría de las mujeres que atendimos y que tienen problemas psicológicos dejaron su tratamiento por no poder pagar los medicamentos”.
La movilidad de los equipos es crucial
La movilidad de los equipos es crucial para aumentar el acceso a servicios vitales en áreas remotas, previniendo muertes maternas debido a partos inseguros y embarazos de alto riesgo. Con demasiada frecuencia, la falta de transporte significa que muchas personas simplemente no pueden llegar a tiempo a un centro de salud, o simplemente no pueden llegar.
En promedio, un equipo cubre tres lugares diferentes por semana, pasando uno o dos días en cada uno, según el tamaño y las necesidades de la comunidad.
“Aunque no me fui de Jartum durante la guerra y seguí trabajando en sus hospitales, esta experiencia fue diferente”, explica el doctor Mohamed Hasan Nahat.
“Llegué a zonas lejanas y conecté con personas a las que antes no había podido llegar. Fue un gran estímulo moral para ellas saber que hay organizaciones que se preocupan por ellas y no las abandonan”.