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Siguen las tareas de rescate tras el desprendimiento de tierras en Papúa Nueva Guinea, mientras estiman más de 2000 muertos
Según las autoridades locales, la catástrofe ha afectado a más de 7840 personas, incluidos los muertos o desaparecidos confirmados y 1650 desplazados. Muchos de esos desplazados se habían refugiado previamente en la zona para huir de los conflictos tribales, lo que subraya la situación de vulnerabilidad de la población. Más del 40% de los afectados son niños menores de 16 años.
Tras el devastador corrimiento de tierras que asoló la provincia de Enga, Papúa Nueva Guinea, el pasado viernes, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), sus socios y las autoridades locales se están movilizando rápidamente para hacer frente a la crisis humanitaria en curso.
Según el Centro Nacional de Catástrofes del país, más de 2000 personas han quedado sepultadas bajo los escombros tras el enorme corrimiento de tierras provocado por las fuertes lluvias, lo que supone una de las catástrofes más mortíferas de la historia reciente del país.
Según las autoridades provinciales, la catástrofe ha afectado hasta ahora a más de 7840 personas, incluidos los muertos o desaparecidos confirmados y 1650 desplazados. Muchos de los desplazados se habían refugiado previamente en la zona para huir de los conflictos tribales, lo que acentúa la situación de vulnerabilidad de la población.
“La magnitud de esta catástrofe es verdaderamente desgarradora”, declaró el responsable de la Misión de la OIM en Papúa Nueva Guinea. “Estamos coordinando con las autoridades locales y los socios internacionales para ayudar a los afectados, ya que miles de personas han perdido sus hogares y pertenencias en un abrir y cerrar de ojos”, añadió Serhan Aktoprak.
El corrimiento de tierras, que se produjo aproximadamente a las 3:00 de la madrugada, hora local, engulló la zona, sepultando viviendas, infraestructuras y tierras de cultivo bajo hasta ocho metros de tierra y escombros. Hasta el momento sólo se han recuperado seis cadáveres.
“Los retos a los que nos enfrentamos tras esta tragedia son inmensos”, subrayó Aktoprak. “La zona sigue siendo extremadamente peligrosa debido al continuo movimiento de tierras, y el acceso se ve obstaculizado por carreteras bloqueadas, infraestructuras dañadas y condiciones meteorológicas adversas”.
Temor por nuevos desprendimientos
A los esfuerzos por rescatar a los afectados se suma el temor a que el terreno anegado pueda volver a desplazarse. “No queremos una catástrofe añadida a la actual”, declaró este martes el portavoz regional para Asia y el Pacífico de la OIM.
En declaraciones a los periodistas en Ginebra desde Bangkok, Itayi Viriri destacó que el acceso seguro sigue siendo extremadamente difícil. “Hoy mismo, esta mañana, se ha derrumbado un puente en una de las principales vías de acceso a esta zona. Y ahora tienen que arreglarlo para asegurarse de que todos los convoyes que van a prestar apoyo tienen acceso”.
La agencia advirtió que, con tantos cuerpos aún por recuperar de debajo de los escombros, existe la preocupación de que las aguas subterráneas que bajan de la montaña contaminen las fuentes locales de agua potable. Además, la mayoría de ellas son ahora inaccesibles debido al corrimiento de tierras.
“Lo que se necesita ahora, obviamente, es acceso a agua limpia; gran parte del agua a la que normalmente tendría acceso la comunidad está ya bajo los escombros”, dijo Viriri. “Así que, además de alimentos, por supuesto, ropa, artículos de abrigo, utensilios de cocina, todo lo que pueda aliviar las penurias a las que se enfrenta la gente en estos momentos”.
Viriri especificó que este tipo de desprendimiento de tierras no había ocurrido antes en esa zona, por lo que es difícil predecir si volverá a ocurrir, pero no lo descartan. “El suelo es inestable (...) y se han visto algunos de los vídeos del agua que sale en algunos de los escombros, así que eso lo hace aún más. Sí, por desgracia tenemos que considerar que puede volver a ocurrir”.
Más del 40% de los afectados son menores de 16 años
Por su parte, el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) indicó que está trabajando estrechamente con las autoridades del país y las organizaciones comunitarias para proporcionar un apoyo vital a los supervivientes.
“Más del 40% de los afectados son niños menores de 16 años que han quedado profundamente traumatizados por la pérdida de sus familias, hogares y medios de subsistencia”, señaló la representante de la agencia, Angela Kearney.
En una primera respuesta, UNICEF distribuyó kits de higiene y participó en evaluaciones para determinar las necesidades más amplias de las comunidades afectadas en materia de agua, saneamiento e higiene, educación, protección de la infancia, salud y nutrición.