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Las muertes por hepatitis aumentan porque muy poca gente es tratada
La hepatitis mata 3500 personas a diario. Una buena parte del problema es político: las tasas de cobertura de las pruebas y el tratamiento se han estancado. Además, a pesar de la disponibilidad de medicamentos genéricos asequibles, muchos países no consiguen adquirirlos a estos precios más bajos.
El número de vidas que se pierden por infecciones de hepatitis vírica va en aumento y ya supone 3500 muertes diarias, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado el martes.
La enfermedad es la segunda causa infecciosa de muerte en el mundo, con 1,3 millones de fallecimientos al año, los mismos que la tuberculosis, otra de las principales causas de muerte infecciosa, según el Informe Mundial sobre la Hepatitis 2024 de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
"Este informe presenta un panorama preocupante", ha declarado Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la agencia de la ONU. "A pesar de los progresos a nivel mundial en la prevención de las infecciones por hepatitis, las muertes están aumentando porque muy pocas personas con hepatitis están siendo diagnosticadas y tratadas."
Corrección rápida del rumbo
Aunque se dispone de mejores herramientas para el diagnóstico y el tratamiento y los precios de los productos están bajando, las tasas de cobertura de las pruebas y el tratamiento se han estancado, afirma la OMS en el informe, publicado en la Cumbre Mundial sobre la Hepatitis.
Sin embargo, alcanzar el objetivo de eliminación en 2030 debería ser posible si se toman medidas rápidas ahora, dijo la agencia.
"La OMS se ha comprometido a apoyar a los países para que utilicen todas las herramientas a su disposición, a precios asequibles, para salvar vidas y cambiar esta tendencia", declaró Tedros.
Aumento de las muertes
Más de 6000 personas se infectan cada día con hepatitis vírica, según el informe.
Nuevos datos de 187 países muestran que el número estimado de muertes por hepatitis vírica aumentó de 1,1 millones en 2019 a 1,3 millones en 2022. De ellas, el 83% fueron causadas por la hepatitis B y el 17% por la hepatitis C.
Las estimaciones actualizadas indican que 254 millones de personas viven con hepatitis B y 50 millones con hepatitis C en 2022. La mitad de la carga de infecciones crónicas por hepatitis B y C corresponde a personas de 30 a 54 años, y el 12% a niños. Los hombres representan el 58% de todos los casos.
Lagunas en el diagnóstico y el tratamiento
En todas las regiones, solo el 13% de las personas que viven con infección crónica por hepatitis B habían sido diagnosticadas y aproximadamente el 3%, o siete millones, habían recibido terapia antiviral a finales de 2022, muy por debajo de los objetivos mundiales de tratar al 80% de las personas que viven con hepatitis B y hepatitis C crónicas para 2030.
La carga de la hepatitis vírica también varía según las regiones. La región de África soporta el 63% de las nuevas infecciones por hepatitis B, pero a pesar de esta carga, solo el 18% de los recién nacidos de la región reciben la vacuna de la hepatitis B al nacer.
En la región del Pacífico occidental, donde se produce el 47% de las muertes por hepatitis B, la cobertura del tratamiento es del 23% entre las personas diagnosticadas, un porcentaje demasiado bajo para reducir la mortalidad.
Además, a pesar de la disponibilidad de medicamentos genéricos asequibles contra la hepatitis vírica, muchos países no consiguen adquirirlos a estos precios más bajos.
Erradicar la epidemia
El informe esboza una serie de medidas para avanzar en un enfoque de salud pública frente a las hepatitis víricas, diseñadas para acelerar el progreso hacia el fin de la epidemia para 2030.
Entre ellas se encuentran la ampliación del acceso a las pruebas y diagnósticos, el refuerzo de los esfuerzos de prevención en atención primaria y el paso de las políticas a la aplicación para un tratamiento equitativo.
Sin embargo, la financiación sigue siendo un reto, ya que los niveles actuales son insuficientes para satisfacer las necesidades.
Según la OMS, esto se debe a una combinación de factores, como el escaso conocimiento de las intervenciones y herramientas que ahorran costes y la existencia de prioridades sanitarias contrapuestas.
El nuevo informe también destaca estrategias para que los países aborden estas desigualdades y accedan a las herramientas a los precios más asequibles disponibles.