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Charlin, 6000KM de valentía
El camino del auto descubrimiento llevó a Charlin, una mujer trans de Venezuela de 28 años, a empezar una nueva vida en Brasil en donde ha podido abrazar su verdadero ser.
Frente a la adversidad, el coraje a menudo emerge como una fuerza que te guía.
Para Charlin, mujer trans de Venezuela, de 28 años, la vida en su país de origen presentaba numerosos desafíos. Tras décadas de discriminación tomó la difícil decisión de irse de Venezuela y embarcarse en un viaje de auto descubrimiento mientras empezaba una nueva vida en Brasil.
Vivir de manera auténtica
Charlin pudo finalmente abrazar su verdadero ser en la vibrante ciudad de Rio de Janeiro. Allí fue a unirse a la comunidad de más de 7,7 millones de venezolanos que están viviendo en el exterior. Ella no se imaginaba que su llegada a Río de Janeiro implicaría no solamente vivir en un lugar nuevo, sino que también la iba a impulsar a empezar su lucha por los derechos de las personas migrantes de la comunidad LGBTIQ+.
En una región en la que el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal, tan solo en Brasil y en un par de otros países, la historia de Charlin arroja luz sobre los desafíos que la comunidad LGBTIQ+ debe enfrentar mientras ella trabaja en la creación de una sociedad mucho más inclusiva y tolerante.
“Por primera vez en la vida me siento valorada por quien soy”, dice Charlin. “Pienso que mis compañeros de trabajo valoran mi inteligencia y no prestan tanta atención a mi identidad de género. También escuchan mis ideas”.
Habiendo vivido cinco años en Brasil, Charlin reflexiona acerca de su viaje, poniendo de relieve los desafíos que tuvo que enfrentar y los triunfos logrados. “En Brasil me aceptan mucho más. Ahora puedo aprovechar más oportunidades que yo no tenía en mi propio país”, explica.
El cielo es el límite
Charlin actualmente trabaja como asistente en una tienda de ropa; sin embargo, sigue con el foco puesto en seguir con sus tareas de activismo para defender los derechos de las poblaciones LGBTIQ+. Charlin aspira a ayudar a otras personas a asegurar empleos dignos, promover la aceptación e inspirar a esas personas para concientizarlas en el sentido de que los sueños pueden concretarse si hay consistencia y perseverancia.
“Ser una persona migrante es a la vez un desafío y una experiencia. Se trata de un sentimiento agridulce porque cuando uno abandona la zona de confort la vida te presenta nuevas oportunidades que es bueno aprovechar”.
Actualmente Charlin está haciendo un curso sobre procesos industriales con el apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y espera poder un día abrirles las puertas a otras personas trans que han migrado, ofreciéndoles oportunidades para su desarrollo profesional. “El cielo es el límite”, dice.
Esta historia fue escrita por Gema Cortés, Unidad de Prensa de la OIM, Oficina del Enviado Especial para la Respuesta Regional a la Situación en Venezuela.