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Una defensora de derechos humanos colombiana, entre los ganadores del Premio Nansen para los Refugiados
Elizabeth Moreno Barco aboga por las comunidades afectadas por el conflicto armado en Colombia y ha negociado con grupos armados como parte de su compromiso con las comunidades afrodescendientes e indígenas del Chocó. Entre los otros ganadores del galardón, también se cuenta un periodista y ex refugiado kenyano defensor del derecho a la educación de los niños.
La región del Chocó es una de las más afectadas por el conflicto armado en Colombia y es el territorio donde nació Elizabeth Moreno Barco, quien sufrió en carne propia las consecuencias de la violencia y en 2013 debió huir junto con su familia y otros habitantes de su comunidad, a la que aún no regresa.
Esa experiencia dejó una huella profunda en Elizabeth, convirtiéndola en una de las figuras más activas y decididas a denunciar la violencia y los abusos en el Chocó.
Desde entonces, Elizabeth, mejor conocida como “Chava” es una respetada líder local y ha sido electa como una autoridad para la comunidad afrocolombiana.
El conflicto armado en Colombia ha afectado a unos diez millones de personas desde mediados de la década de 1980, forzando a más de ocho millones a abandonar sus hogares.
Mediadora de treguas
Como parte de su compromiso con los colectivos afrocolombianos e indígenas del Chocó, Chava ha negociado con grupos armados y mediado en acuerdos y treguas, una labor incansable que le ha valido el Premio Nansen para los Refugiados que otorga la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en la región de América.
Chava considera que su motivación es difundir la situación que viven las comunidades que defiende del Chocó.
“Aquí hemos tenido las peores masacres, hemos tenido desapariciones forzadas, las comunidades han sufrido confinamientos, se ha acusado a personas de colaborar con grupos armados, ha habido muchos asesinatos. Hemos vivido violaciones de derechos humanos en todos los sentidos de la palabra”, detalla.
Como la primera mujer electa representante legal de un consejo territorial que promueve y protege los derechos de 72 comunidades afrocolombianas que viven en la región sur de San Juan, Chava se desempeña ahora como coordinadora del Foro Interétnico de Solidaridad con el Chocó, que promueve el desarrollo basado en la cultura y el conocimiento étnico mientras aborda temas como el desplazamiento forzado y el confinamiento.
El confinamiento es una estrategia de los grupos armados para controlar comunidades, impidiéndoles abandonar su territorio y agravando así su sufrimiento. Casi dos tercios de todos los confinamientos en Colombia este año se han producido en el Chocó.
Como integrante del consejo territorial, Chava Moreno se aseguró de que los intereses de las comunidades étnicas se incluyeran en las conversaciones de paz de 2016 entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en La Habana, Cuba. También negoció una tregua parcial entre grupos armados rivales en 2017 que llevó la paz a San Juan durante tres años, aunque la violencia se reanudó en 2020.
Recientemente negoció con grupos armados la liberación de jóvenes víctimas de secuestro.
Trabajar hasta que se garantice la seguridad de las comunidades
Gran parte del trabajo diario de Chava consiste en viajar distancias largas en barco a lo largo del río San Juan y sus afluentes, visitando y escuchando a las comunidades que representa.
La activista planea seguir trabajando hasta que se garantice la seguridad y prosperidad futura de esas comunidades.
“Mucha gente cree que la paz sólo implica que los grupos armados depongan las armas, pero para nosotros eso sólo significa que las armas sean silenciadas. Una vez que tengamos igualdad de condiciones, todos nuestros derechos estén garantizados y no haya más violaciones de derechos humanos, entonces podremos hablar de paz”, subraya Chava.
Periodista y ex refugiado somalí
Junto con Chava Moreno, ACNUR anunció este martes a los otros acreedores del Premio Nansen.
El ganador global fue Abdullahi Mire, un periodista y ex refugiado somalí dedicado a defender el derecho a la educación de los niños refugiados en Kenya, el país que lo acogió parte del tiempo.
Mire ha abierto tres bibliotecas con más de 100.000 libros en los campamentos de refugiados, ampliando las oportunidades de aprendizaje de los niños y jóvenes desarraigados.
“Abdullahi Mire es un claro ejemplo de que las ideas que logran transformar situaciones pueden surgir de las comunidades desplazadas”, declaró Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados. “Ha demostrado gran ingenio y tenacidad para reforzar la calidad de la educación de la población refugiada”.
“El premio no es solo para mí. Es para todos los voluntarios con los que trabajo... Es para los niños en las escuelas”, dijo Mire sobre el galardón.
Los otros premiados regionales son: Asia Al-Mashreqi, en Oriente Medio y Norte de África, que ha ayudado a casi dos millones de personas afectadas por el conflicto en Yemen mediante la Fundación para el Desarrollo Sostenible. Abdullah Habib, Sahat Zia Hero, Salim Khan y Shahida Win, en Asia-Pacífico, por documentar las experiencias de las personas refugiadas rohingyas apátridas. Y Lena Grochowska y Władysław Grochowskiuna, en Europa, por brindar refugio y capacitación a personas refugiadas con su cadena hotelera y fundación.
ACNUR entregará los premios el 13 de diciembre en Ginebra, en el marco del Foro Mundial sobre los Refugiados 2023