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Una superviviente de la masacre de Tulsa reflexiona sobre el legado de la esclavitud en su visita a la sede de la ONU
Viola Fletcher tenía sólo siete años cuando fue desplazada por la fuerza de su ciudad natal, Tulsa, Oklahoma, por una turba armada que destruyó el enclave predominantemente negro de Greenwood, matando a cientos de residentes.
Esta semana, Viola Fletcher, de 109 años de edad, visitó la sede de la ONU en Nueva York acompañada de su nieto para conmemorar el Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición, promovido por la Organización de para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Frente al monumento del Arca del retorno, Fletcher y su nieto, Ike Howard, hablaron con Noticias ONU sobre el legado de la esclavitud y la posibilidad de reparaciones para quienes tienen vínculos ancestrales con ese terrible flagelo.
El Wall Street negro
El distrito de Greenwood en Tulsa era conocido coloquialmente como el Wall Street negro, debido a la riqueza y oportunidades que ofrecía.
La segregación en Oklahoma durante la década de 1920 afectó gravemente el estatus socioeconómico de los residentes afroamericanos, convirtiendo a Greenwood un barrio excepcional en el que ese grupo de poblaciónpodía progresar y alcanzar el éxito.
Había supermercados, mueblerías y un cine, una rareza para las comunidades negras de la época.
Sin embargo, el 30 de mayo de 1921, el barrio se sumió en lo que sería uno de los peores incidentes de violencia racial de la historia de Estados Unidos.
Dick Rowland, un joven negro, fue acusado de agredir a una adolescente blanca y se le detuvo antes de que la noticia de su presunto delito se publicara en los periódicos sensacionalistas de la ciudad. Hasta hoy, no se sabe hasta dónde llegó el contacto físico entre ambos.
Las acusaciones provocaron que una multitud de hombres blancos armados se reuniera ante el tribunal donde permanecía Rowland. Para protegerlo de ser linchado, un grupo de hombres negros armados comenzó a llegar a la zona.
La multitud blanca enfureció y los comentarios racistas e improperios se intensificaron rápidamente hasta convertirse en un intercambio de disparos.
Algunos consiguieron huir, pero muchos no lo lograron
El conflicto se extendió rápidamente por todo el barrio de Greenwood. Hombres blancos dispararon indiscriminadamente contra los residentes negros que huían de la violencia y quemaron más de 35 manzanas del barrio, lo que provocó el desplazamiento de más de 10.000 residentes. Nunca se ha confirmado el número de muertes, aunque se estima que el número de víctimas fatales alcanzó los 300.
Viola Fletcher fue una de las personas desplazadas. En su libro de memorias “No dejen que sepulten mi historia: la superviviente más anciana de la masacre de Tulsa en sus propias palabras”, Fletcher recuerda haber visto a familias huyendo desesperadamente de la carnicería, y cómo muchos fueron abatidos en el proceso.
"Me ardían y me lloraban los ojos por el humo y la ceniza, pero aún podía ver todo con claridad. La gente corría aferrándose a sus seres queridos hacia el ferrocarril o hacia cualquier ruta que los llevara fuera de la ciudad y que no estuviera invadida por hombres blancos armados", escribe.
"Algunos lo consiguieron, pero muchos no. Pasamos por pilas de cadáveres amontonados en las calles. Algunos tenían los ojos abiertos, como si aún estuvieran vivos, aunque no lo estaban".
Reconciliarse significa reconciliarse
El miércoles, 102 años después, Fletcher y su nieto acudieron a una ceremonia frente al Arca del retorno en la explanada de la ONU. El monumento fue construido por el artista haitiano-estadounidense Rodney Leon para la Organización en 2015. Según Leon, el monumento pretende ser un "lugar espiritual de retorno" para todas las víctimas internacionales de la trata transatlántica de esclavos.
El acto conmemorativo en la jornada dedicada a las víctimas de la trata de esclavos fue un recordatorio de la importancia de seguir recalcando el legado de la esclavitud. También se debatió la posibilidad de reparaciones para las personas con ascendencia vinculada a la trata de esclavos.
"Reconciliar significa reconciliar. Necesitamos reparaciones, punto. Es hora de hacer lo correcto, en todo el mundo. Necesitamos reparaciones en todo el mundo", dijo Howard.
"Algunos países y algunas ciudades de Estados Unidos están tomando medidas para considerar las reparaciones. Si se quiere, se puede. Podemos conseguirlo", añadió.
Empiezan a caer las fichas de dominó
Según su nieto, Fletcher está satisfecha con lo los avances logrados a lo largo de su vida. Después de haber vivido la era de reconstrucción tras la abolición de las leyes Jim Crow - que permitían la segregación racial- el movimiento por los derechos civiles y, más recientemente, el movimiento Black lives matter, la mujer ha podido observar de primera mano la evolución de las actitudes hacia el legado de la trata de esclavos.
"Le gusta el movimiento que está en marcha en todo el país. Las fichas de dominó están empezando a caer. Es una bendición ver un rayo de sol, un rayo de esperanza en estas situaciones", afirmó Howard, al hablar en nombre de su abuela, que ahora tiene dificultades articulatorias.
"Esta energía es asombrosa porque esos mismos esclavos forman parte de la historia de la peor masacre racial de la historia de Estados Unidos, llamada la masacre racial de Tulsa", continuó.
Generaciones de explotación
Durante su intervención con motivo del Día Internacional de Recuerdo de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Transatlántica de Esclavos, el Secretario General de la ONU, António Guterres, reconoció el legado de ese comercio de esclavos y lo calificó como “negocio perverso”.
"Millones de niños, mujeres y hombres africanos fueron traficados a través del Atlántico, despojados de sus familias y patrias, sus comunidades hechas pedazos, sus cuerpos convertidos en mercancía, su humanidad negada. La historia de la esclavitud es una historia de sufrimiento y barbarie que muestra lo peor de la humanidad", aseveró Guterres.
"El legado de la trata transatlántica de esclavos nos persigue hasta estos días. Podemos trazar una línea recta desde los siglos de explotación colonial hasta las desigualdades sociales y económicas de hoy", añadió.
La ONU ha adoptado oficialmente una postura que insta a los Estados miembros a crear estrategias de reparación para las familias afectadas por el legado de la trata transatlántica de esclavos.
"Debemos revertir las consecuencias de generaciones de explotación, exclusión y discriminación, incluidas sus evidentes dimensiones sociales y económicas", subrayó el líder de la ONU.