Sobrescribir enlaces de ayuda a la navegación
Sudán: No podemos trabajar bajo el cañón de una pistola
Las facciones enfrentadas en Sudán deben respetar el derecho internacional, proteger a los civiles y dejar de atacar a los trabajadores humanitarios y de socorro, declara el máximo responsable humanitario de las Naciones Unidas al cumplirse tres meses del conflicto.
"Durante tres meses, el pueblo de Sudán ha soportado un sufrimiento indescriptible en medio de una violencia que está desgarrando su país", declaró este sábado el secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios y Coordinador del Socorro de Emergencia de las Naciones Unidas.
"A medida que el conflicto entra en su cuarto mes, las líneas de batalla se endurecen, haciendo cada vez más difícil llegar a los millones de personas que necesitan ayuda humanitaria urgente", añadió Martin Griffiths.
Más de tres millones de personas se han visto desplazadas por el conflicto, tanto dentro de Sudán como a través de sus fronteras. Los combates, que estallaron a mediados de abril, se han cobrado la vida de más de 1100 personas y han herido a más de 12.000, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA).
También han sido atacados trabajadores e instalaciones sanitarias, lo que ha limitado gravemente el acceso de los necesitados, y con el inicio de la estación de lluvias aumenta el riesgo de brotes de enfermedades transmitidas por el agua y otros vectores, agravado por los problemas de gestión de residuos y la escasez de suministros.
Los niños se encuentran entre los más afectados, ya que se calcula que 13,6 millones, aproximadamente la mitad de los que quedan en Sudán, necesitan ayuda urgente.
El lugar más difícil del mundo
Describiendo Sudán como "uno de los lugares más difíciles del mundo para el personal humanitario", Griffiths destacó los esfuerzos de colaboración de las organizaciones locales y los grupos de ayuda internacional en la entrega de suministros vitales.
Sin embargo, esa labor no puede llevarse a cabo cuando los propios trabajadores humanitarios corren peligro.
"No podemos trabajar bajo el cañón de un arma. No podemos reponer las reservas de alimentos, agua y medicinas si continúan los saqueos descarados. No podemos hacer entregas si se impide a nuestro personal llegar a la gente necesitada".
Griffiths añadió que, en última instancia, el sufrimiento de los sudaneses sólo terminará cuando cesen los combates, y pidió a las partes en conflicto que cumplan la Declaración de Compromisos que firmaron en Jeddah para proteger a los civiles y respetar el derecho internacional humanitario.
Cada día aumenta la miseria
Cada día que continúan los combates, aumenta la miseria de los civiles sudaneses.
Tras llamar la atención sobre el reciente descubrimiento de fosas comunes en Darfur Occidental, Griffiths subrayó el temor a que resurjan las matanzas étnicas en la región.
"Cada día que continúan los combates, aumenta la miseria para los civiles sudaneses [...] Todos debemos redoblar nuestros esfuerzos para garantizar que el conflicto en Sudán no se convierta en una guerra civil brutal e interminable con graves consecuencias para la región", subrayó el coordinador.
"El pueblo de Sudán no puede permitirse esperar", concluyó.