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El flagelo de la droga en Afganistán: cómo trabaja la ONU para ayudar a combatirlo

Puesto que el financiamiento internacional no fluye desde la toma del poder por los talibanes, las tareas de captar y analizar la información sobre el cultivo de amapola se llevan a cabo desde Uzbekistán. Desde ese país vecino los expertos generan información verificable para apoyar a los responsables de las políticas concernientes al problema de la droga.

Al lado de las calles más bulliciosas de Kabul, la capital afgana, muchos peligros acechan en las sombras, pero ninguno más amenazador que la crisis del alto consumo de drogas que está asolando todo el país.

Es desgarrador pasear por lo que se considera en Kabul como un centro de tratamiento de drogas "estándar dorado". Las condiciones son terribles en la instalación de mil camas. El financiamiento internacional para el centro se ha agotado desde que los talibanes tomaron el poder, dejando mal pagado al personal, que carece de la formación adecuada para tratar a los pacientes.

La escasa comida con que cuenta no permite una buena nutrición y los gabinetes de la farmacia están prácticamente vacíos, sometiendo a un “shock” de abstinencia los cuerpos para poder desintoxicarse.

El plan del tratamiento para residentes de la instalación es de 45 días durante los cuales donde se les brindan servicios médicos y asesoramiento, según las autoridades. Después se les evalúa para determinar si pueden o no regresar con sus familias.

Uno de los pacientes le dijo a Noticias ONU que ha estado viviendo ahí durante seis meses. “Mis hijos no tienen quien los alimente”, agregó.

Las autoridades de facto han “motivado” a estas personas, la mayoría de ellas desnutridas y sin hogar, a vivir “voluntariamente” en ese centro después de que los equipos que recorren la calle los encuentran.

Lamentablemente, las condiciones fuera de los muros tipo prisión del centro de tratamiento pueden ser igualmente duras. Además de tener que hacer frente a la pobreza extrema y la inseguridad continua, la imprevisibilidad de un clima que cambia rápidamente puede imponer un castigo adicional a quienes viven en la calle y enfrentan inviernos extremadamente fríos y veranos abrasadores.

Es como si su sufrimiento no tuviera fin.

Entrada al Centro de Información de UNODC en Tashkent, Uzbekistán.
Noticias ONU/ Ezzat El-Ferri
Entrada al Centro de Información de UNODC en Tashkent, Uzbekistán.

Un centro para el conocimiento de información verificable

Pero al otro lado de la frontera, en Uzbekistán, hay un faro de esperanza.

En la capital histórica del país, Tashkent, la Oficina Regional para Asia Central de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) ha reunido a un grupo de profesionales para formar su 'Centro de Información para la Investigación y el Análisis de las Amenazas Transnacionales Relacionadas con las Drogas y el Delito'. 

La directora del Centro, Salomé Flores, dice que la misión de su equipo es clara: “producir un conocimiento objetivo, imparcial y bien integrado para las personas en el momento adecuado”.

En una conversación con Noticias ONU, afirmó que esto permite a los responsables tomar decisiones informadas. También ayuda a desarrollar una comprensión del alcance del problema de las drogas en la región, particularmente en Afganistán, donde en 2022 la producción de opio representó entre el nueve y el 14% del PIB, y la producción de drogas sintéticas está aumentando rápidamente.

El Centro recibe datos de varias fuentes, incluidos gobiernos, redes sociales, investigaciones académicas, estadísticas y, por supuesto, de sus homólogos sobre el terreno en Afganistán.

Sin embargo, la principal herramienta utilizada por el equipo es la metodología elaborada por la UNODC durante las últimas tres décadas para identificar cultivos de forma remota.

Al combinar estudios de campo con tecnología avanzada e imágenes satelitales, la agencia ha podido crear "marcas" para distinguir un cultivo de otro. Esto le permite señalar con precisión dónde se produce y cultiva el opio.

Las firmas se desarrollaron a lo largo de muchos años comparando imágenes de satélite con lo que se conoce como verdades sobre el terreno. Los expertos de la agencia de la ONU pudieron desarrollar cientos de firmas utilizando este método que requería que los topógrafos visitaran ubicaciones GPS específicas para verificar el análisis inicial.

Además de la amapola, la UNODC tiene hoy la capacidad de identificar varios cultivos con muy alto grado de precisión, incluidos el trigo, el melón, la alfalfa y el algodón, entre otros. Y las marcas pueden informar al equipo sobre la calidad de los campos de amapola y los rendimientos esperados.

Alex Nobajas Ganau, oficial de información geográfica del Centro, explicó que las imágenes satelitales que se utilizan actualmente no sólo brindan imágenes, sino que incluyen “información adicional que puede usarse para identificar la cantidad de clorofila y el tipo de cultivo que crece en cada parcela de tierra agrícola”.

El trabajo del equipo es extremadamente técnico y delicado. Proteger los datos es de vital importancia para evitar repercusiones catastróficas para los agricultores, particularmente dada la actual situación política en Afganistán.

Ganau detalló que los datos sin procesar nunca se comparten a través de internet ni se conectan a servidores, por lo que "no se pueden piratear". Los datos agregados se comparten, , abundó. “así que en lugar de tener campos individuales, lo hacemos por distrito o por provincia”

Ahmed Esmati de la UNODC, analiza imágenes satelitales de Afganistán desde su oficina en Tashkent.
Noticias ONU / David Mottershead
Ahmed Esmati de la UNODC, analiza imágenes satelitales de Afganistán desde su oficina en Tashkent.

El “equipo A”

En el corazón del Centro de Información hay cuatro afganos con décadas de experiencia sobre el terreno. Anteriormente formaron parte del equipo de la UNODC en Afganistán que realizaba visitas de campo y encuestas hasta que la agencia decidió suspender esas actividades después de que los talibanes llegaron al poder. Están en contacto regular con sus colegas que permanecen en el país y que brindan datos clave, en particular sobre el precio de los medicamentos.

Como topógrafos y analistas, el papel de los colegas afganos ha sido fundamental para la elaboración de marcas de cultivos que ayudan a monitorear la siembra de opio.

El personal que trabaja en el Centro de Información de la UNODC está muy comprometido con su labor. Nuestros colegas afganos han estado trabajando en esto durante bastante tiempo. Nos beneficiamos de su experiencia; nos beneficiamos de su pasión”, apuntó Flores.

Trabajar en este campo es un negocio peligroso, especialmente para los ciudadanos afganos.

Saddiqi (un seudónimo) es uno de los integrantes del personal que considera necesario mantener en el anonimato su identidad.

Al señalar la naturaleza técnica de su trabajo y la protección que se le otorga como miembro del personal de la ONU, enfatizó que la “situación en Afganistán es diferente”.

Saddiqi dijo que está orgulloso del trabajo que hace para la UNODC, que beneficia mucho a su país, y confió en que “poco a poco, todo irá mejor inshallah”.

Al igual que Sadiqi, Ahmed Esmati ha estado trabajando en UNODC durante más de 16 años y comenzó como topógrafo. Esmati -quien logró sacar de Afganistán a su familia-, precisó que varios de sus colegas perdieron la vida cumpliendo con su labor, mientras se levantaban las encuestas.

No obstante, enfatizó que su trabajo verificando los datos satelitales y los detalles reales del terreno fue fundamental para desarrollar la capacidad de realizar las actividades de teledetección de la UNODC en la actualidad, que son únicas.

“Antes de hacer este trabajo, confiábamos en lo que decían los agricultores y los ancianos del pueblo sobre el cultivo de la amapola. Pero con esta detección remota y la identificación de la amapola mediante imágenes satelitales, no hay lugar para manipular datos o [proporcionar] datos falsos”, asegura Esmati.

Cultivo de amapola en la provincia de Kapisa, Afganistán. (Foto de archivo)
UNODC
Cultivo de amapola en la provincia de Kapisa, Afganistán. (Foto de archivo)

La neutralidad de los datos

Afganistán es el mayor proveedor mundial de opio y representa alrededor del 80% del mercado mundial. El abuso de drogas es rampante en el país. Por lo tanto, el Centro se ha centrado principalmente en monitorear la producción y el cultivo de la sustancia de origen vegetal extremadamente rentable que se utiliza para producir heroína.

Tras la transición política en Afganistán en agosto de 2021, la UNODC finalizó sus estudios sobre el terreno y comenzó la evolución del Centro de información, según Ashita Mittal, representante regional para Asia Central.

“Como parte de la ONU, somos unos convencidos de la neutralidad de los datos y de nuestro espacio, porque es nuestra responsabilidad proveer evidencia para que se apliquen políticas y prácticas informadas con datos de calidad y verificables”.

Verificación de datos en un cultivo de opio de Sukhrud, Afganistán.
UNODC
Verificación de datos en un cultivo de opio de Sukhrud, Afganistán.

¿Un mercado cambiante?

La evidencia sugiere que, tras años de aumento en la producción y el cultivo de opio, 2023 será testigo de un fuerte descenso debido a la prohibición que los talibanes han aplicado estrictamente.

Este es uno de los hallazgos clave del Informe Mundial sobre Drogas 2023. La UNODC cita una oferta récord de drogas ilícitas y redes de tráfico cada vez más ágiles, pero advierte que si bien los beneficios de una posible reducción significativa en el cultivo ilícito de opio en Afganistán este año serían globales, será a expensas de muchos agricultores que no tienen medios alternativos de cultivo para generar ingresos.

En ese sentido, Mittal destacó la importancia del Centro no sólo para las Naciones Unidas, la región y la comunidad internacional, sino también para las propias autoridades de facto.

“¿Cómo demostraremos que la [prohibición talibán] del cultivo de amapola es efectiva? Sólo a través de pruebas objetivas podremos presentar la verdad a la comunidad internacional”, sostuvo Mittal.

La representante regional subrayó que aún es demasiado pronto para saber si los resultados de la prohibición de la amapola se mantendrán, ya que eso requeriría un análisis por parte del Centro de Información en los próximos años.

Pero con las autoridades de facto reprimiendo el cultivo de opio, hay indicios de que el mercado está cambiando. Las incautaciones de drogas sintéticas y metanfetaminas se están disparando en toda la región, cuadruplicándose en Tayikistán y aumentando once veces en Kirguistán.

“La situación en Afganistán es tal que, debido a la prohibición del cultivo de amapola, es muy probable que los traficantes intenten utilizar ese mercado para aumentar la producción de metanfetaminas”, alertó Mittal.

Existe cierta preocupación de que la producción de metanfetaminas pueda ser impulsada por la planta de efedra que crece de forma silvestre en esta región del mundo.

“Pero esa es sólo una posibilidad”, agrega Flores, la jefa del Centro de Información. “También puede provenir de productos químicos. Puede provenir de medicamentos para el resfriado o de efedrina a granel. Entonces, estamos tratando de entender cómo están produciendo metanfetaminas las personas o los traficantes. Si podemos entender eso, podremos informar a las autoridades para que tomen medidas”. 

Viviendas en una colina en los alrededores de Kabul.
Noticias ONU/ David Mottershead
Viviendas en una colina en los alrededores de Kabul.

Desarrollo Alternativo como solución

Desde que los talibanes regresaron al poder en agosto de 2021, las Naciones Unidas han estado operando bajo un Marco de Compromiso de Transición en el país, limitando en gran medida su trabajo a las necesidades humanitarias básicas mientras identifican formas innovadoras para continuar sus actividades de desarrollo a través de socios que las implementen, sin apoyar directamente a las autoridades de facto.

La UNODC está trabajando en Afganistán a través de esos socios para desarrollar capacidades entre los agricultores y las comunidades vulnerables.

En este país azotado por la pobreza, un agricultor puede obtener alrededor de 30 centavos de dólar por siete kilogramos de tomates y con el precio actual de un kilo de opio rondando los 360 dólares, este cultivo sigue siendo extremadamente atractivo y lucrativo.

El Centro de Información está desempeñando un papel importante en la identificación de las necesidades de los programas de desarrollo alternativo.

Flores destacó la importancia de brindar a los agricultores un ingreso adecuado y reemplazar “un cultivo ilícito con uno lícito”.

“Si conocemos la ubicación geográfica, podemos orientar los recursos y los esfuerzos. También somos capaces de entender las características y geografía del territorio, y proponer alternativas viables al cultivo de amapola”, expuso.

Mittal agregó que la inversión más importante que podría hacer la comunidad internacional es “reducir las vulnerabilidades en ambos extremos del espectro”. Señaló que los traficantes “siempre buscan los puntos más débiles y las personas más vulnerables”, por lo que se debe hacer más para prevenir el cultivo y el uso.

Sin este tipo de inversión, las economías ilícitas seguirán prosperando.

“Cuando se detiene una actividad ilícita, se le puede reemplazar por otra porque la gente tiene que asegurarse de que haya comida en la mesa”, razonó.

 

Delincuentes que buscan lucro

Durante décadas, el opio ha viajado desde Afganistán a través de Asia Central y la ruta del norte hacia otros mercados, incluida Europa, llegando también al sureste asiático, Medio Oriente y África.

El seguimiento del comercio de drogas en esta región sigue siendo muy importante, ya que los traficantes encuentran nuevas formas de contrabandear sus productos y el aumento de las drogas sintéticas presenta un problema con posibles implicaciones globales.

Mittal recalcó que las ganancias son las que impulsan las actividades ilícitas, y las mayores ganancias se obtienen fuera de los países productores como Afganistán.

Incluso después de la prohibición, el precio de un kilo de opio en la primavera de 2023 se ubica en los 368 dólares, mientras que un kilo de heroína puede superar los 48.000 dólares en las calles de Londres.

“Es decir, si bien podemos culpar y atribuir la responsabilidad a Afganistán, que ni siquiera produce los precursores químicos, debemos tener una responsabilidad compartida para abordar este problema”, puntualizó.

Amenazas en evolución

Flores señaló que su equipo tiene como objetivo monitorear y analizar todas las amenazas transnacionales en la región, que tienden a aumentar. Entre esas amenazas mencionó la trata de personas, que es un riesgo creciente con el flujo migratorio de personas de Afganistán, así como el contrabando de armas de fuego, la minería ilícita, el tráfico de vida silvestre y los medicamentos falsificados.

Según el responsable del Centro de Información, “las amenazas transnacionales evolucionan y el crimen organizado se adapta. A medida que las autoridades abordan los problemas, los mercados ilícitos pueden cambiar”.

Las perspectivas de una solución diplomática entre la comunidad internacional y las autoridades de facto en Afganistán son sombrías, ya que las cuestiones de derechos humanos siguen siendo un importante punto de conflicto.

En ausencia de un verdadero desarrollo sostenible en Afganistán, las actividades ilícitas probablemente persistirán como una plaga en el país y, al mismo tiempo, infectarán al mundo, lo que hará fundamental el trabajo del Centro de Información.