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Sin apoyo internacional, el conflicto de Sudán puede generar inseguridad en toda la región
El titular de la ONU califica de catastrófica la situación en la capital, Jartum, y muestra su preocupación por las informaciones de casos de violencia sexual y de género, el carácter étnico de la violencia en Geneina y el alto número de desplazados.
Tras el estallido de violencia iniciado el pasado 15 de abril en Sudán, el pueblo sudanés y el de sus países vecinos “están soportando la carga de esta terrible crisis”, afirmó este lunes el Secretario General de la ONU durante una reunión de alto nivel sobre promesas de contribuciones para apoyar la respuesta humanitaria en esa nación africana y en la región.
“Debemos hacer todo lo posible para apoyarles. No sólo es nuestro deber como miembros de la comunidad internacional, sino que es crucial para evitar que la situación se deteriore aún más. Nuestras agencias humanitarias y sus socios en el terreno están dispuestos a redoblar sus esfuerzos”, destacó António Guterres.
El líder de la ONU destacó que, si no se produce “un firme apoyo internacional”, la nación africana “podría convertirse rápidamente en un foco anárquico que propagaría inseguridad por toda la región”, y alertó sobre el conflicto que enfrenta a las Fuerzas Armadas Sudanesas contra una poderosa milicia rival conocida como Fuerzas de Apoyo Rápido.
“La situación en Darfur y Jartum es catastrófica. Los combates son encarnizados y se ataca a la gente en sus casas y en la calle. Hay barrios enteros sin agua corriente y con un suministro eléctrico limitado, y más de dos tercios de los hospitales cercanos a las zonas de conflicto no están operativos”, alertó.
Guterres se mostró especialmente preocupado por las informaciones sobre casos de violencia sexual y de género, así como por el carácter étnico de la violencia en la ciudad de Geneina. A esta inquietud le sumó el alto número de personas desplazadas por las hostilidades.
“En poco más de dos meses, dos millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares, buscando refugio en zonas más seguras de Sudán o cruzando las fronteras. Cerca de medio millón de personas ya han salido hacia los países vecinos”, cifró.
La entrega de ayuda humanitaria, cada vez más difícil
Aunque Sudán ya se enfrentaba a una crisis humanitaria antes del inicio de los enfrentamientos, el Secretario General subrayó que los actuales focos de violencia contra trabajadores humanitarios y de saqueo de bienes y suministros dificultan aún más las operaciones de ayuda. Pese a ello, afirmó que la entrega de ayuda de emergencia por parte de las Naciones Unidas y sus socios llegó a 1,8 millones de personas.
“Los convoyes distribuyeron alimentos, agua y suministros sanitarios y educativos en ocho estados, incluido Jartum. Estamos haciendo grandes esfuerzos para ampliar nuestras operaciones”, especificó. Asimismo, instó a las partes en conflicto a cumplir con sus obligaciones conforme al derecho internacional humanitario.
Ante las escasas aportaciones recibidas al Plan de Respuesta Humanitaria para Sudán y del Plan Regional de Respuesta -de los 3000 millones de dólares necesarios para 2023 solo se consiguió cerca del 17%-, Guterres llamó a la comunidad internacional a facilitar los fondos necesarios “que permitan suministrar ayuda humanitaria vital y apoyo a las personas que viven en las condiciones más difíciles y peligrosas”.
Condiciones propicias para la trata de personas y el tráfico de armas
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, explicó, por su parte, que la mayoría de los 365.000 refugiados producidos desde el inicio del conflicto se encuentran en Egipto y Chad, aunque hay personas que huyen a otras naciones vecinas.
Grandi añadió a esa cifra unos 113.000 sursudaneses que se vieron forzados a regresar a su país de origen “sin nada”, y que han llegado a zonas que no están preparadas para recibirlos, lo que supone una carga adicional para las comunidades empobrecidas, además de constituir un factor de desestabilización para una nación, Sudán del Sur, que trata de salir del devastador impacto de un conflicto.
“La falta de seguridad generada por la violencia crea un caldo de cultivo propicio para quienes trafican con seres humanos y armas. Tanto el presidente de Egipto como el de la República Centroafricana me han manifestado en los últimos días su preocupación al respecto. Y estoy seguro de que el resto de los países vecinos de Sudán están igualmente preocupados. Muchos han expresado también su inquietud por la posibilidad de que la violencia atroz de Darfur se extienda a Chad”, alertó.