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Transformar cascos verdes en cascos azules: cómo se entrena al personal de las misiones de paz
Dos cascos azules argentinos, un veterano y una debutante en misiones de paz, ambos expertos en la formación y preparación de militares para su despliegue en zonas de conflicto, cuentan a Noticias ONU los pormenores de su trabajo y la importancia de inculcar a los futuros soldados de la paz habilidades como la capacidad de negociación y la necesidad del llegar al acuerdo de las partes.
En el marco del 75° aniversario de las Misiones de Paz de las Naciones Unidas, y el lema La Paz empieza conmigo, entrevistamos al comodoro Javier Chiappai, subdirector del Centro Argentino de Entrenamiento Conjunto para Operaciones de Paz (CAECOPAZ), quien a lo largo de su carrera militar ha sido desplegado seis veces para servir a la ONU, y a la suboficial Marcela Martínez, quien el 26 de julio se unirá al contingente argentino en Chipre, en la que significará su primera experiencia como personal de mantenimiento de la paz.
Ambos cuentan con una destacada trayectoria dentro de las fuerzas armadas argentinas, y tienen un rol clave a la hora de procurar que las nuevas generaciones de cascos azules lleguen a destino con la preparación adecuada para desempeñar sus funciones y enfrentar cualquier advenimiento inesperado que amenace la estabilidad de la región que les han asignado.
Chiappai acompaña al coronel Pablo Filipini, director del citado centro, liderando la formación de las y los efectivos que deciden unirse a las filas de la ONU, mientras que la suboficial Martínez, es desde hace varios años instructora del centro, y a pesar de haber postergado la posibilidad de despliegue en una misión por priorizar la crianza de su hija Agustina, de 15 años, y de su hijo Gonzalo, de 9, hoy siente la necesidad de dar el paso y embarcarse en esta experiencia de seis meses, que cambiará su vida personal y profesional, y que significará el aporte más concreto que puede ofrecer en beneficio de la paz.
Ahora te toca a vos
“Tuve la posibilidad de participar del entrenamiento de 12 fuerzas de tarea, y siento que ahora es el momento de estar en el terreno. Mis hijos están contentos, mi marido también es militar, estuvo desplegado en la misma misión en 2011 y me dijo: ‘ahora te toca a vos’. Tomé la decisión, me voy tranquila, no era fácil dejarlos cuando eran más pequeños, ahora crecieron, están felices de que pueda hacerlo y eso me deja tranquila, investigan sobre Chipre, se interiorizan del tiempo de viaje, diferencias horarias y las formas de comunicación.
Hace años que trabajo en el entrenamiento de las y los cascos azules días antes de que se unan a la ONU, siento que deseo estar allá para representar a mi país, para aportar mis conocimientos, pero también para a mi regreso enriquecer la teoría de las clases con las vivencias que solo se ganan estando en el lugar, sintiendo que contribuimos a la pacificación de la zona”, dijo la suboficial.
Marcela Martínez tiene 36 años, y no solo está a pocos días de partir rumbo a su primera misión de Paz junto a 258 militares de Argentina, sino que además será la primera vez que viaje al exterior del país.
“Estoy ansiosa, me genera expectativa saber cómo me voy a relacionar con camaradas de otras culturas, cómo será la integración. ¿Cómo comienza la paz en este caso? Creo que empieza justamente con concretar esta posibilidad de ser un soldado de la paz, que puede representar a su país y a las Naciones Unidas”, expresó con entusiasmo.
Experto piloto en Chipre y Haití
Por su parte, el comodoro Chiappai ha conocido el núcleo y la esencia de las operaciones de paz prematuramente en su carrera, y por su destreza y habilidad en la fuerza aérea como piloto de helicóptero, ha brindado una contribución muy valiosa durante todos sus despliegues en las misiones de la ONU en Chipre (2000, 2001, 2004 y 2009) y Haití (2007 y 2014). Es importante resaltar que, en Chipre, en la zona de amortiguamiento (buffer zone) los tres helicópteros con los cuales cuenta el personal de mantenimiento de paz pertenecen a la fuerza aérea argentina, de ahí la necesidad de contar con pilotos argentinos expertos en el lugar.
En el caso de Haití, antes de la finalización del mandato de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas (MINUSTAH), el contingente argentino estaba en posesión de los únicos helicópteros bimotor aptos para el rescate sobre el mar, y durante su presencia en esta misión Chiappai era uno de los responsables del traslado de medicamentos, víveres como también de heridos hacia un hospital en República Dominicana.
El comodoro recuerda una situación particular ocurrida en 2007, cuando un miembro del personal civil de Naciones Unidas sufrió una caída desde un edificio, presentaba múltiples fracturas que le provocaban dolor extremo y debieron realizar una operación de traslado de casi dos horas enfrentando condiciones meteorológicas muy adversas, que hizo posible que fuese atendido a tiempo y se recuperara.
“Las misiones de paz me dieron mucha riqueza en lo que son las operaciones técnicas, aprendizaje en diversas funciones, la posibilidad de conocer otras culturas y entender la realidad de la población local. Siempre conté con el apoyo de mis afectos, y en una oportunidad tuve que desplegar dejando a mi mujer con mi hija pequeña de dos años, que a mi regreso no me reconoció. La familia es un pilar fundamental para sobrellevar las misiones”, afirmó el subdirector de CAECOPAZ.
Entrenamiento de cascos azules
A la hora de analizar las diferencias entre la preparación requerida en el pasado, comparada con la actual, Chiappai no dudó en mencionar que el avance en las comunicaciones ha tenido un impacto sumamente positivo en la evolución de las misione de paz.
“La tecnología nos ha ayudado mucho, hoy nos informamos al instante de lo que está ocurriendo en el lugar, mientras que en el pasado a veces teníamos que esperar seis meses al regreso del contingente para tener el reporte de situación completo. A su vez, la experiencia adquirida por las y los instructores también ha sido clave en la formación del personal de mantenimiento de la paz. En CAECOPAZ hace 27 años que se transmiten conocimientos haciendo hincapié en la responsabilidad que conlleva formar parte de las Naciones Unidas, la conducta y disciplina indispensables para reflejar el conocimiento de las reglas y exigencias de la ONU.
Transformamos cascos verdes en cascos azules, dejando en claro que van a desplegar para hacer la paz, inculcándoles buenos modales, la capacidad de negociación y el acuerdo de partes como habilidades centrales. Dar una solución y llevar seguridad a poblaciones con enormes carencias sigue siendo el propósito de las operaciones de paz de las Naciones Unidas, y creo que el personal que hoy despliega luego de 75 años, lo hace con mucha preparación”.
Con respecto a la búsqueda de la paridad de género en las filas, Chiappai mencionó que se trata todo el tiempo de incentivar a las mujeres para que se alisten y conformen los contingentes dentro de las operaciones de paz.
“A veces resulta difícil porque tienen hijos pequeños, pero cada vez hay más mujeres, como la suboficial Martínez que aceptan la iniciativa, y son esas mismas mujeres cuando regresan quienes se transforman en transmisoras e impulsoras de que otras colegas se animen. Por eso nosotros las convocamos para que compartan sus vivencias y estrategias”.
En su reflexión final, que se adhiere a la campaña de la ONU de este año, y como una de las autoridades del centro de entrenamiento, el comodoro expresó que: “La paz empieza con nuestra responsabilidad de formar a las y los futuros cascos azules que van a contribuir a la paz mundial.”