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La violencia entre Israel y Palestina aumentó en 2022
Los ataques a los civiles exacerban la desconfianza y socava la posibilidad de una resolución pacífica del conflicto, sostiene el enviado de la ONU para la paz en esa región. Advierte que el terrorismo y la ausencia de un horizonte político empoderan a los extremistas y erosionan la esperanza entre palestinos e israelíes.
Más de 150 palestinos y más de 20 israelíes han sido asesinados en Cisjordania e Israel en lo que va de 2022, el mayor número de muertes en años, informó este lunes el coordinador de la ONU para el Proceso de Paz en Medio Oriente al Consejo de Seguridad.
Tor Wennesland reiteró su profunda preocupación por los altos niveles de violencia observados en los últimos meses durante enfrentamientos, protestas, ataques, operaciones de seguridad israelíes y otros incidentes.
El diplomático advirtió que esta violencia contra los civiles “exacerba la desconfianza y socava la posibilidad de una resolución pacífica del conflicto”.
En su más reciente informe sobre la situación, precisó que los niños siguen siendo víctimas de la violencia y dio cuenta de 44 jóvenes palestinos y un niño israelí muertos.
Wennesland detalló que del 8 de diciembre a la fecha, las fuerzas de seguridad israelíes han matado a seis palestinos, incluidos dos niños, uno de ellos de 16 años que fue abatido a tiros en el contexto de un supuesto lanzamiento de piedras en la comunidad de Aboud, cerca de Ramallah.
También cita el homicidio de una niña palestina de 15 años en una operación de búsqueda y arresto en Jenin, durante la cual las fuerzas israelíes y los palestinos intercambiaron disparos.
Subrayó que los continuos asesinatos de palestinos por parte de las fuerzas de seguridad israelíes a menudo ocurren durante incidentes en los que no hay una amenaza inminente a la vida de los responsables.
Wennesland pidió el fin de la violencia y la rendición de cuentas de los perpetradores de ambas partes.
“Apelo a los líderes políticos, religiosos y comunitarios de todos los actores para que ayuden a calmar la situación, eviten difundir una retórica incendiaria y se pronuncien contra quienes buscan incitar o escalar la situación”, apuntó.
Asentamientos y demoliciones
En otros asuntos, el enviado de la ONU dijo que continúa la preocupante expansión de los asentamientos israelíes en la Cisjordania ocupada, incluida Jerusalén Oriental.
Especificó que se siguieron construyendo 4800 unidades de vivienda este año en la llamada Área C, en tanto que las construcciones nuevas en Jerusalén Oriental se triplicaron con creces: de 900 en 2021 a 3100 en 2022.
Denunció asimismo las incesantes demoliciones y confiscaciones de construcciones palestinas.
“Me alarma en particular el derribo de una escuela financiada por donantes en Masafer Yatta y el anuncio de las autoridades israelíes de demoler estructuras adicionales en las comunidades de pastores de esa zona, lo que tendría un costo humanitario significativo, si se implementara”, puntualizó.
En este sentido, pidió a Israel que detenga el avance de todas las actividades de asentamiento, así como la demolición de propiedades palestinas, y que evite posibles desplazamientos y desalojos.
Poder a los extremistas
Por otra parte, alertó de que el aumento de la violencia, incluido el terrorismo, sumado a la ausencia de un horizonte político, ha empoderado a los extremistas y erosionado la esperanza entre palestinos e israelíes de solucionar el conflicto.
Reportó que la Autoridad Palestina enfrenta crecientes desafíos económicos e institucionales, agravados por las limitaciones de la ocupación, la ausencia de reformas serias y perspectivas poco claras de apoyo de los donantes.
Wennesland también dijo que la situación en la Franja de Gaza sigue siendo frágil y que persiste el riesgo de una escalada.
Por el momento, señaló, se mantiene un alto el fuego gracias en parte a los esfuerzos de la ONU para mejorar vidas, junto con las medidas israelíes para aliviar las restricciones de movimiento y acceso, y facilitar la actividad económica.
Congelar el conflicto no es una opción
Para concluir, el coordinador especial enfatizó la necesidad de una solución a la crisis de décadas.
Congelar el conflicto, o gestionarlo a perpetuidad, no son opciones viables, aseguró.
“No hay sustituto para un proceso político legítimo que resuelva los problemas centrales que impulsan el conflicto”, recalcó, instando a las partes, junto con los Estados de la región y la comunidad internacional en general, a tomar medidas concretas ancladas en un marco político que propulsen el avance hacia el establecimiento de dos Estados.